14.12.11

Vamos las tortas

Primero llegaron los gorros, pero yo no me preocupé, porque no uso gorro...
Después fueron las mochilas, pero yo no me preocupé, porque igual pensaba comprarme una mochila...
Más tarde, los pantalones, pero no me preocupé, porque es verdad que son más cómodos con todos esos bolsillos y tiritas...
Ahora vienen por el calzado... Ya es tarde, el disfraz de ornitólogo está tocando a mi puerta...

9.12.11

Telescuela técnica

¿Cansado de que su gato se afile las uñas en muebles y sillones? ¿Harto de pagar fortunas por rascadores inútiles? En las siguientes líneas explicamos cómo hacer un rascador en casa y contribuir así a la felicidad de todos. 
Hace al menos dos años, una amiga nos regaló algo así y a nuestra gata le fascinó. ¡Santo remedio!, pensamos. Pero el rascador eventualmente se gasta y cuando quisimos reponerlo salía casi 100 mangos. Así que @franalverja, que para algo se recibió de técnico en máquinas herramientas, se puso a fabricar uno; algo que ya es casi un ritual superador del armado del arbolito.
Debajo, el paso a paso:


Elementos básicos

Elementos
-cartón corrugado desechado por algún vecino
-caja de zapatos o similar
-trincheta
-regla
-pistolita de silicona o cinta adhesiva
-hilo, piolín
-gato


Procedimiento
Tomar la caja de zapatillas (en este caso nosotros tenemos una de 30 cm de largo por 18, 5 de ancho) y rebajarla para que quede de 5 cm de alto aprox. Luego, hay que hacer dos moldes de cartón: uno tiene que ser del alto de la caja (5 cm) x el largo de la caja (30 cm); el otro será exactamente el doble de ancho (10 cm x 30 cm).
Tomar el cartón y cortar una tira larga en el sentido de las líneas del corrugado, es decir que en el lado más corto de la tira se tienen que ver las onditas del corrugado: 


Las uñas del gato se afilan en los huecos.

El largo de la tira, es decir, la cantidad de cartón que necesitamos, dependerá del tamaño de la caja de zapatillas. Para nuestras medidas, la tira deberá ser de 1,40 cm de largo x 30 cm de ancho (o, claro, varias tiras hasta llegar al metro cuarenta).
Con el molde más chico (el de 5 cm), marcar (no cortar) con la trincheta la tira de cartón de forma transversal:

Importante la supervisión del gato en cada etapa


Luego del primer marcado, hacer marcados paralelos tomando como medida el ancho del molde más grande (10 cm) hasta completar el largo de la tira.
Dar vuelta el cartón y comenzar a marcar por la misma punta pero con el molde grande, así nos queda un marcado cada 5 cm entre frente y dorso, de manera que nos permita plegarlo tipo acordeón.


Una vez que plegamos todo el cartón como un acordeón, le hacemos dos agujeros:


y lo mismo en el largo de la caja. 
Poner silicona en el fondo de la caja y el cartón encima. Enhebrar un hilo para sujetar la caja y el cartón.
Voilà:


Efecto instantáneo

30.11.11

El Dani

Hace más o menos quince años que mi familia y yo nos hacemos los anteojos con el Dani. Por mi parte, porque una y otra vez en mi vida me encontré sin obra social y, cuando tuve, como ahora, siempre es muchísimo más barato hacerlos con el Dani.



En Corrientes y Talcahuano está la galería de los ópticos. Esta madriguera oscura, húmeda y calurosa, alberga muchos de los laboratorios y talleres donde las ópticas de la ciudad van a dejar sus pedidos para hacer anteojos. Algunos locales atienden sólo ópticas y venden armazones al por mayor, pero otros, como el Dani, trabajan también por menor. El tipo explica las particularidades de las capas y capas antirreflex, por qué conviene más que sean italianos o nacionales, trabaja bien y en 15 minutos o una hora, dependiendo de la demanda del día, uno se lleva los anteojos.





Hoy tuve que ir a hacerme lentes nuevos, porque durante el incidente con la rata* pisé los míos y quedaron inutilizables. La última vez que los hice fue en 2007, así que cuando llegué lo primero que hice fue ir a ver si el Dani seguía ahí y si no había cambiado la modalidad de atención. El cambio de lentes, con tutti, salía 90 pesos, pero le dije que también tenía que cambiar el armazón. El Dani no suele tener armazones, es un tallersucho donde uno lleva la receta y te cambian los lentes, así que luego de comprobar que todo seguía igual, le dije que iba a buscar algún armazón y volvía. 
Pero, este año, oh sorpresa, me entero de que parece que el Dani se entongó con Marcelita, del local 11. Entonces me dice que él me puede ofrecer unos armazones, que vaya a ver a Marcelita de su parte y que me hace precio de amigo. 
Marcelita está a la vuelta. Una linda morocha me atiende y me muestra miles de modelos, cuando en realidad lo que me interesa saber es si el tongo fue más allá de lo comercial y hay amor en la galería de los ópticos.


*El incidente con la rata fue explicado en twitter minuto a minuto en la madrugada del domingo. Por suerte la gata la redujo hasta que llegó franalverja a salvarme.

29.11.11

Dinámica y estática


Cuando estaba preparando este blog, tuneándolo y dándole forma, franalverja me pregunta: ¿qué hacés? 
Me sonrío. Porque no le quiero contar. Porque esto todavía no existe. Porque no sé si va a existir.
—¿Qué, ya me dijiste, no? 
Es bastante común que le diga cosas que nunca retiene, ha desarrollado con los años una gran variedad de expresiones automáticas para intentar hacerme creer que me escucha. Creo que fue una necesidad evolutiva de supervivencia.
En el primer año que convivimos, él estaba en la compu y yo, harta, me fui a dar una vuelta por un parque que teníamos cerca. La compu estaba en el living. En la pared opuesta, la puerta de salida, que era de metal y hacía un ruido tremendo. Era imposible salir sin pasar por atrás de él. "Me voy a dar una vuelta". Silencio. Absorto. "Chau". Y cierro la puerta.
Me voy al parque, enojadísima porque ni siquiera se dio vuelta para despedirme, enojadísima porque no se ofreció a acompañarme. Enojadísima porque prefiere estar conectado a soloascenso y olé todo el domingo a salir conmigo.
Llego al parque y doy vueltas, camino. Suena el celular. ¿¡Dónde estás!? ¿Me estás cargando? ¡¡No!!, te busqué por todos lados (vivíamos en un dos ambientes). Te dije que venía al parque. ¿Cuándo?
Creo que ahí le corté.
Fue hasta el parque y me dijo que primero pensó que me estaba escondiendo (?) y después se asustó, que me había buscado en el placard, en la ducha y hasta pensó que me había tirado por la ventana (¡?!).
Le digo que no, que no le dije. 
—¿Es un secreto?
—Sí.
Le brillan los ojitos, sonrisa pícara. Ya cree saber de qué se trata.
—¿Es un regalo para mí?
—No.

Pésima idea

Qué mala idea hacer un blog cuando tengo que preparar los últimos finales de la carrera.