29.11.11

Dinámica y estática


Cuando estaba preparando este blog, tuneándolo y dándole forma, franalverja me pregunta: ¿qué hacés? 
Me sonrío. Porque no le quiero contar. Porque esto todavía no existe. Porque no sé si va a existir.
—¿Qué, ya me dijiste, no? 
Es bastante común que le diga cosas que nunca retiene, ha desarrollado con los años una gran variedad de expresiones automáticas para intentar hacerme creer que me escucha. Creo que fue una necesidad evolutiva de supervivencia.
En el primer año que convivimos, él estaba en la compu y yo, harta, me fui a dar una vuelta por un parque que teníamos cerca. La compu estaba en el living. En la pared opuesta, la puerta de salida, que era de metal y hacía un ruido tremendo. Era imposible salir sin pasar por atrás de él. "Me voy a dar una vuelta". Silencio. Absorto. "Chau". Y cierro la puerta.
Me voy al parque, enojadísima porque ni siquiera se dio vuelta para despedirme, enojadísima porque no se ofreció a acompañarme. Enojadísima porque prefiere estar conectado a soloascenso y olé todo el domingo a salir conmigo.
Llego al parque y doy vueltas, camino. Suena el celular. ¿¡Dónde estás!? ¿Me estás cargando? ¡¡No!!, te busqué por todos lados (vivíamos en un dos ambientes). Te dije que venía al parque. ¿Cuándo?
Creo que ahí le corté.
Fue hasta el parque y me dijo que primero pensó que me estaba escondiendo (?) y después se asustó, que me había buscado en el placard, en la ducha y hasta pensó que me había tirado por la ventana (¡?!).
Le digo que no, que no le dije. 
—¿Es un secreto?
—Sí.
Le brillan los ojitos, sonrisa pícara. Ya cree saber de qué se trata.
—¿Es un regalo para mí?
—No.

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